Papá tiene la autoridad para disciplinar, no mamá, especialmente
a los hijos varones porque en ellos se genera resentimiento ante la figura de
la mujer cuando ha recibido disciplina de ella. El hombre necesita la
disciplina del hombre. Y el rasgo de un buen hijo es la obediencia.
2 Reyes 13:14-19 estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que
murió. Y descendió a él Joás rey de Israel, y llorando delante de él, dijo:
¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y le dijo
Eliseo: toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un arco y unas saetas.
Luego dijo Eliseo al rey de Israel: pon tu mano obre el arco. Y puso el su mano
sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey. Y dijo:
abre la ventana que da al oriente y cuando él la abrió, dijo Eliseo: tira. Y
tirando él, dijo Eliseo: saeta de salvación de Jehová y saeta de salvación
contra Siria, porque herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos le volvió a
decir: toma las saetas. Luego que el rey
de Israel las hubo tomado, le dijo: Golpea la tierra. Y él la golpeó tres veces
y se detuvo. Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: al dar cinco
o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno, pero ahora
solo tres veces derrotarás a Siria.
La paternidad no te anula, te potencia. Eliseo cumplió su deber
de padre espiritual hasta el final.
1.
No se dejó llevar por las lágrimas sino que
formó el carácter del rey para resolver problemas y sobrellevar las
adversidades. Evitó alimentar la dependencia del rey hacia él, sino que lo
capacitó para el porvenir. Fomentó su personalidad para que se enfrentara
correctamente con su mundo exterior. Le ayudo en el discernimiento y en el
completar círculos de pensamiento al asignarle un sentimiento a sus lágrimas.
2.
Equipa a sus hijos, les da herramientas,
conocimientos, valores que rigen el comportamiento porque como te comportas
determina hasta dónde vas a llegar. Analiza lo que compartes, cambia en tu
mente y tu corazón y luego se volverá un valor que se refleje en un
comportamiento, luego haga a su hijo útil, que satisfaga una necesidad y sea de
provecho.
Lucas 17:10 así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que
os ha sido ordenado, decir: siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer,
hicimos.
3.
Abre la ventana, a las oportunidades, trabaja en
la autoconfianza de sus hijos. Una autoconfianza estable no deja que otros la
destruyan. No se trata de ser confidente, aunque puede serlo, sino de alentar a
sus hijos a enfrentarse a retos y conquistarlos.
Hebreos 10:35 no perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene
grande galardón.
4.
Enseña y activa la unción que hay en sus hijos,
es decir, la capacidad de Dios para que hagan algo, no anula su capacidad sino
que la aumenta, 'poniendo sus manos sobre el arco'. Un talento sin unción es
humanismo, no se trata de hacer algo sino hacer lo que Dios quiere.
La unción
sin capacitación es fanatismo, saliéndose de la doctrina, de la Palabra. No
formes hijos humanistas ni fanáticos sino hijos capaces de interactuar con el
Espíritu Santo para realizar el oficio para el cual fueron separados al
servicio de Dios.
Tomado de la enseñanza del 14/05/20