Juan
14:15-16 Si ustedes me aman, obedecerán mis
mandamientos. Y yo le pediré al
Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el
Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve
ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes.
Jesús sabía cuán importante era que no se
sintieran abandonados.
Juan
16:7 Pero les digo la verdad: Les conviene que
me vaya porque, si no lo hago, el *Consolador no vendrá a ustedes; en cambio,
si me voy, se lo enviaré a ustedes.
Desde Pentecostés, todo creyente es morada
del Espíritu Santo, él estará en, con y sobre nosotros siempre. El Espíritu Santo nos selló como hijos
de Dios y no podemos dudar de su salvación, nada ni nadie puede quitarnos eso, ni siquiera nosotros mismos.
¿Por
qué el Padre envió a su Hijo Jesucristo?
1. Dios quiere que vivamos la
vida cristiana en plenitud.
Gálatas
5:22-26 En cambio, el fruto del Espíritu es
amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y
dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza
pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos
guiados por el Espíritu. No dejemos que la vanidad nos lleve a irritarnos
y a envidiarnos unos a otros.
El Espíritu Santo produce la voluntad de
Dios, paz, paciencia, bondad, etc. Nosotros cargamos con ese fruto como las
ramas de un árbol, pero la sabia que nos alimenta es producida por el Espíritu
Santo.
2. Convertirnos en las
personas que Dios quiere que seamos.
Dios sabe los dones espirituales que
tenemos porque Él mismo nos los entregó. Cuando le permitamos al Espíritu Santo
vivir por medio de nuestra vida, entonces esos dones se manifestarán para la
honra de Dios.