Dios da las semillas, lo que
empieza pequeño en Dios se hace grande.
La intención debe convertirse en acción.
Si no podemos bendecir grandemente aunque tenemos la intención, pensemos en que
podemos hacer mucho con lo poco que tenemos.
Si las buenas intenciones no se
convierten en acciones, no avanzas a ninguna parte. Con lo poco, podemos ser de
gran bendición para nuestras familias, ellas necesitarán siempre de nuestro
apoyo. Pero debemos recordar, que no importa cuánto nos desgastemos por ellos,
Dios va a bendecirlos de todas maneras según la justa medida que necesitan y
que les ayudará a cumplir su propósito.
Jueces 3:7 – 9 Los israelitas
hicieron lo que ofende al SEÑOR; se olvidaron del SEÑOR su Dios,
y adoraron a las imágenes de Baal y de Aserá. El SEÑOR se enfureció contra
Israel a tal grado que los vendió a Cusán Risatayin, rey de Aram Najarayin, a
quien estuvieron sometidos durante ocho años. Pero clamaron al SEÑOR,
y él hizo que surgiera un libertador, Otoniel hijo de Quenaz, hermano menor de
Caleb. Y Otoniel liberó a los israelitas.
Es necesario entender que no
estamos por casualidad en los caminos del Señor, Su llamado tocó nuestro corazón
en el tiempo preciso porque Dios nos ha levantado como libertadores de nuestra
casa y de todos los que podamos alcanzar. Él nos escogió para ser un canal de bendición.
Dios quiere usar lo poco que tenemos, nuestra fe, para bendecir a nuestras
familias y a otros. Nuestros nombres deben pasar a la historia.
La Palabra de Dios es una espada de
doble filo que nos penetra hasta los tuétanos para corregirnos y nos limpia del
lodo que, a veces, vamos pisando durante nuestro diario vivir.
Dios te llamo a ti y no a otros,
aunque sean mejores, porque lo que tú tienes no lo tienen otros. Para Dios eres
su especial tesoro. No hay otro que pueda usar lo que Dios te dio para hacer
sus señales y milagros.
Como
evidenciar los efectos de Dios en nuestras vidas
Después del arrepentimiento, Dios comienza a ordenar nuestras vidas con la convicción plena de que Él nos transformara. Las
pruebas y tribulaciones son parte de una vida en El. La confianza en el Señor
nos hace creer en Su poder y con Su luz podemos ver lo maravilloso que tiene
para cada uno.
Empieza el interés por vivir
completamente en el Reino de Dios. Como dice la Palabras siendo humilde como
niños porque hacerse pequeño no quiere decir ser tonto.
Recibir el mensaje del Evangelio es
sencillo, con humildad recibir el Reino. Como el rey David, por alabar a Dios
se hizo más vil, aunque su esposa le criticaba por su forma de adorar.
Consideremos que nuestra fe nos
hace personas diferentes. Mateo 13:31 Les contó otra parábola: «El reino de los
cielos es como un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. Aunque es
la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la más grande de las
hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus
ramas. Nosotros somos las hortalizas que nos convertimos en árboles.
Salmo 1:1 – 3 Dichoso el hombre que
no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores
ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del SEÑOR se
deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de
un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo
cuanto hace prospera!
Las pruebas y sufrimiento que le
cuesta a la hortaliza hacerse árbol es lo que la hace diferente. Cuando Cristo
entra en nuestro corazón, Su amor crece y nadie puede pararlo. El Reino de los
cielos tiene que meterse dentro de ti.