Santiago
1: 19 Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y
ser lentos para hablar y para enojarse; 20 pues la ira humana no
produce la vida justa que Dios quiere. 21 Por esto, despójense de toda inmundicia y de la maldad que tanto abunda, para que
puedan recibir con humildad la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene
poder para salvarles la vida.
La Palabra de Dios nos
muestra que cuando permitimos que nuestro interior se llene de enojo, estamos
contaminando nuestro ser con la inmundicia del pecado. Si por dentro estamos
llenos de maldad, lo que hemos recibido de Dios no fructificará pues nuestra
tierra está invadida por la cizaña. Despojémonos de toda maldad y démosle paso
al poder de la Palabra de Dios que trae vida.
Santiago
1: 22 No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así
se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. 23 El que escucha la
palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un
espejo 24 y, después de mirarse, se va y se olvida en seguida de cómo
es. 25 Pero quien se fija atentamente
en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha
oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla. 26 Si
alguien se cree religioso pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí
mismo, y su religión no sirve para nada. 27 La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es ésta:
atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio
de la corrupción del mundo.
No es suficiente con escuchar la
Palabra, saberla o incluso memorizarla. Es necesario ponerla por obra, cuando
la ponemos en práctica durante nuestro diario vivir, primero estamos entrenando
nuestro discernimiento al reconocer lo que la vida nos presenta y cuál debe ser
nuestra posición frente a cada circunstancia como hijos de Dios. Segundo,
estamos obedeciendo a la ley de Dios, Su ley perfecta que trae libertad.
Tercero, aprendemos a escuchar la voz del Espíritu Santo porque nos dejamos
guiar por Su Palabra de verdad. Cuarto, interiorizamos el conocimiento de esa
Palabra y la volvemos una convicción en nuestra vida. Quinto, le damos gloria a
Dios a través de nuestro accionar pues los demás podrán ver como Dios guía
nuestras vidas y nos bendice, entonces se sentirán atraídos de tener lo mismo
en sus vidas también.
Santiago 2: 1 Hermanos míos, la fe que tienen en nuestro glorioso
Señor *Jesucristo no debe dar lugar a favoritismos…
Santiago 2: 5 Escuchen, mis queridos hermanos: ¿No ha escogido Dios a los que son pobres según el mundo para que sean
ricos en la fe y hereden el reino que prometió a quienes lo aman?
La Palabra también nos exhorta a
comportarnos en igualdad de trato con los demás sin importar su condición, sin
discriminar a nadie pues Dios es el único que conoce y juzga los corazones y
nosotros debemos actuar frente a los demás considerando que son nuestros
semejantes, así mostramos nuestra rendición y obediencia a Dios cumpliendo con
este mandato.
Santiago 2: 8 Hacen muy bien si de veras cumplen la ley suprema de
la Escritura: «Ama a tu prójimo como a ti mismo»; 9 pero si muestran algún favoritismo, pecan y son
culpables, pues la misma ley los acusa de ser transgresores. 10 Porque el que cumple con toda la ley pero falla en
un solo punto ya es culpable de haberla quebrantado toda. 11 Pues el
que dijo: «No cometas adulterio», también dijo: «No mates.» Si no cometes
adulterio, pero matas, ya has violado la ley.
La Ley de Dios es perfecta y nos
fue entregada para ser cumplida pues está creada para nuestro beneficio. Hemos
permitido que las presiones sociales y las tentaciones alivianen la importancia
de cumplir con los mandatos de Dios y hemos ido perdiendo el temor a Dios, el
respeto por Su Palabra. No es necesario cometer pecados “grandes” para
transgredir la Ley de Dios, con tan solo discriminar a un semejante, ya estamos
rompiendo la Ley. Eso nos muestra cuán importante es para Dios que tengamos
amor entre nosotros. Y si eso demanda Dios de nosotros es porque Él nos ama aún
más abundantemente.