Marcos 4:35 Ese día al anochecer,
les dijo a sus discípulos: —Crucemos al otro lado.
Dejaron a la multitud y se fueron
con él en la barca donde estaba. También lo acompañaban otras barcas. Se desató
entonces una fuerte tormenta, y las olas azotaban la barca, tanto que ya
comenzaba a inundarse. Jesús, mientras tanto, estaba en la popa, durmiendo
sobre un cabezal, así que los discípulos lo despertaron. —¡Maestro! —gritaron—,
¿no te importa que nos ahoguemos? Él se levantó, reprendió al viento y ordenó
al mar: —¡Silencio! ¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó completamente
tranquilo. —¿Por qué tienen tanto miedo? —dijo a sus discípulos—. ¿Todavía no
tienen fe? Ellos estaban espantados y se decían unos a otros: —¿Quién es éste,
que hasta el viento y el mar le obedecen?
Cuando alguien de autoridad nos
ordena, nosotros obedecemos. “Crucemos al otro lado” es un mandato de Dios para
avanzar, pasar de un nivel a otro, pero toma tiempo y espacio. Esas son las
transiciones para prepararnos para el porvenir.
Génesis 50:20 Es verdad que ustedes
pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que
hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente.
Otros pueden pensar mal de nosotros
pero Dios lo encamina todo para bien, para hacer lo que vemos hoy.
Génesis 39: 2 - 3 Ahora bien, el SEÑOR
estaba con José y las cosas le salían muy bien. Mientras José vivía en la
casa de su patrón egipcio, éste se dio cuenta de que el SEÑOR estaba con
José y lo hacía prosperar en todo.
Hay cosas en nuestras vidas que no
las podemos entender hoy sino que las entenderemos después cuando veamos que
son el fruto de un proceso.
En la transición es cuando Dios
trabaja para hacernos pasar de nivel, pero la transición dura el tiempo que
demoremos en aprobar, en pasar las circunstancias, dura el tiempo que nos
demoramos aprendiendo, según la apertura de nuestro corazón y nuestra mente.
Dios tiene algo grande para ti. En la
transición hay tempestades pero cuando Jesús está en nuestra vida trae gran
bonanza. Entonces no hay que estar preocupados o entristecidos.
Siete
cosas para pasar la transición
1. A todos nos llega la noche, en las
relaciones, las amistades, el trabajo, la familia, los proyectos, los sueños,
etc., hay momentos difíciles en cada situación. Pero Dios dice que en nosotros
va a amanecer, tenemos que soltar las cosas, dejar de lamentarnos, Dios tiene
cosas buenas para nosotros, Él está en control de nuestra vida. Cuando nos llega
la noche es tiempo de pasar al otro lado, porque ese no es el fin, el día está
más adelante. Dios les da las más grandes batallas a sus mejores guerreros.
2. Despedir a la multitud, la multitud
son aplausos, familia, amigos, colegas, compañeros, etc., porque a la noche le
acompaña la soledad donde solo Dios quiere ser quien aparezca en la escena. Es el
momento de orar para buscar de Dios. Buscar la soledad para encontrarnos con El
y refrescarnos. Es el momento de cuidar nuestra intimidad con Dios, mantener
encendida la luz que Él puso en nosotros para generar el ambiente de paz que
sobre pasa todo entendimiento. La multitud nos desgasta, nos absorbe y
necesitamos recobrar fuerzas en Dios. El no desea que sintamos autocompasión ni
nos hagamos víctimas de las circunstancias. Dios quiere que sepamos que El es
nuestra roca de fortaleza, aunque todo falle no hay justificación para echar
nuestra vida por la borda pues Cristo pagó un alto precio por ella.
Mateo 4:1 Luego el Espíritu llevó a
Jesús al desierto para que el diablo lo sometiera a tentación.
El Espiritu lo llevo al desierto. No
el diablo. El Espiritu lo lleva porque solo El tiene el poder para hacerlo
porque ahí es donde aprendemos algo. Para probar lo que hay en nuestros
corazones, ahí se manifiesta. El diablo en el desierto va detrás de nuestro corazón.
Hay que cuidar lo que decimos durante el desierto porque la vida se edifica por
la Palabra.
Solo cuando estas en el desierto
sacas lo que está en tu corazón y muestras de lo que estas hecho. Si no tienes
estructura, no puedes edificar algo mayor.
Mateo 3:17 Y una voz del cielo
decía: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él.»
Somos los hijos amados de Dios, El esta complacido con nosotros.
3. Necesitamos entrar en la barca. La visión
es la función del corazón, de la fe. La visión es la imagen mental del futuro
aún sobre el fracaso. Dios nos está preparando para algo más grande. La barca
es una visión. Con una visión potenciamos nuestros recursos. Caso contrario no
sabemos lo que es útil y lo que no lo es. Las personas que afinan la visión en
Dios, son personas que no se rinden, que planifican, sueñan porque su visión es
más poderosa. Cuando perdemos la visión, perdemos la creatividad.
La visión no es emocional, debe
mantenerse a pesar de las distracciones. Como la brújula cuando la movemos,
siempre busca el norte. Las mujeres tienen la gran tarea de orar para que los
hombres tengan visión. Porque la visión es la función de la cabeza, los hombres
fueron creados para tener visión. Satanás lucha por robar la visión,
arrebatarnos nuestros sueños. Por eso, cuando veamos que estamos cortos de
sueños, liberémonos del diablo, porque nos tiene cautivos.
4. Esperar la adversidad. El Evangelio
cambia vidas, no las mejora. Las personas que nos conoces, a veces son los
primeros que se oponen al cambio de nuestras vidas cuando nos entregamos a
Cristo. Es necesario orar por ellos.
5. Enfrenta dudas y temores. Cuando pasemos
por momentos complicados, recordemos que Dios no se ha olvidado de nosotros,
aunque las muchas cosas que hagamos parecieran que no sirven de nada, te han
enseñado algo para vivir estos tiempos. Es necesario persistir, seguir haciendo
aunque aún no veamos la bendición. Es útil juntarse con personas que vean más
allá y no con quienes nos desanimemos. Persiste en lo que aprendiste. Tarde o
temprano, Dios vendrá trayendo la bonanza.
6. Activa tu fe, en tiempos de crisis,
la fe agrada a Dios.
7. Necesitamos revelación, para saber
que Dios tiene el poder, el control de todo. Él nos revelará una nueva faceta
de quien es, si nos mantenemos conforme a Su voluntad, El traerá una revelación
para nuestra vida.
Tomado de la predicación del P. R. Dávila