¿La experiencia te hace madurar? No siempre. La experiencia
evaluada te hace crecer. Antes de hacer algo tomarse un par de minutos para
buscar a Dios, puede hacer una completa diferencia, porque tendremos la guía del
Espíritu Santo. Así creces y te desarrollas, siempre estamos aprendiendo.
2 Timoteo 2:2 Lo que me has oído decir en presencia de muchos
testigos, encomiéndalo a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén capacitados
para enseñar a otros.
La madurez implica idoneidad para ciertas tareas. Si te vuelves
digno de confianza y capacitado para enseñar a otros, puedes encargarte de
edificar la iglesia en algún servicio a Dios.
1 Timoteo 1:3-4 al partir para Macedonia te encargué que permanecieras
en Éfeso y le ordenaras a algunos supuestos maestros que dejen de enseñar
doctrinas falsas y de prestar atención a leyendas y genealogías interminables. Esas
cosas provocan controversias en vez de llevar adelante la obra de Dios que es
por la fe.
Timoteo necesitaba ser animado y exhortado para que no dejara de
cumplir con su ministerio. Debes llegar a un estado de madurez en el que no
necesites que siempre te estén animando.
2 Timoteo 1:6-7 por eso te recomiendo que avives la llama del don
de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Pues Dios no nos ha dado un espíritu
de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Con eso que aprendimos viendo, oyendo o haciendo tenemos que:
Todo buen líder es humilde, constante, consistente. Es dirigido
por sus valores procedentes de los principios divinos, con las prioridades
correctas. Procura que tu primera pérdida sea la última, porque siempre habrá pérdidas,
estamos expuestos a ellas. Y cuando no creces, sigues cometiendo los mismos
errores. Aprende a proyectarte, fijándote metas propias que te muestren tu
avance y crecimiento personal e incluso, analizando las posibles situaciones ¿Qué
debería hacer si..?
El diablo atrapa tus pensamientos para que estés cautivo, para
que no crezcas. Por eso debes trabajar en tu vida de pensamiento, lo que Dios
te dio, quiere que lo multipliques, para esto necesitas capacidad de
pensamiento.
Encomendar, reproducir en otros el carácter y las competencias.
Dios te pone a hacer algo porque confía en tu carácter y te da las
competencias. Desarrolla a gente que luego desarrolle a otros. Tu aprendizaje
debe ser valorado por ti y por los otros a quienes les enseñas. Debes salir de
la comodidad o el desánimo y crear algo nuevo y fresco. Innovar, mirando al
futuro, tal vez hacer lo mismo pero de otra manera.
Ten una nueva expectativa del qué hacer en el nuevo orden de Dios
que comenzaremos. Tenemos la mente de Cristo en nuestros pensamientos para
resolver los problemas. Nuestro desafío es volver a soñar, tener una visión que
arda en el corazón pero que solo pueda alcanzarse con la ayuda de Dios.
Tomado de la enseñanza del P. Roberto Dávila del 15/04/20
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