La ley exigía que se apedreara a los adúlteros, pero la Biblia relata la
misericordia de Jesús.
Juan 8: 2-11 Al amanecer se presentó de nuevo en el templo. Toda
la gente se le acercó, y él se sentó a enseñarles. Los maestros de la ley y los
fariseos llevaron entonces a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola
en medio del grupo le dijeron a Jesús:
—Maestro, a esta mujer se le ha
sorprendido en el acto mismo de adulterio. En la ley Moisés nos ordenó apedrear
a tales mujeres. ¿Tú qué dices?
Con esta pregunta le estaban tendiendo una trampa,
para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo comenzó a
escribir en el suelo. Y como ellos lo acosaban a preguntas, Jesús se incorporó
y les dijo: —Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera
piedra. E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en el suelo. Al oír esto,
se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta dejar a
Jesús solo con la mujer, que aún seguía allí. Entonces él se incorporó y le preguntó:
—Mujer, ¿dónde están? ¿Ya
nadie te condena? —Nadie,
Señor. —Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar.
Proverbios 18:16 Con
regalos se abren todas las puertas y se llega a la presencia de gente
importante.
Cuando afrontamos un problema nunca debemos separar el
amor y la verdad, la verdad debe decirse en amor, ambos juntos son sanadores.
Jesús está dispuesto a perdonar cualquier pecado de tu
vida, el perdón y la confesión harán que cambie tu vida. Limpiando tu corazón y
con la ayuda de Dios aceptar el perdón de Cristo y poner fin a nuestras
malas obras.
La misericordia requiere calidad de vida porque es
bendición dar. Hay que dar pero dar con amor.
Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor;
conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones.
2 Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado.
3 Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado.
4 Contra ti he pecado, sólo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos;
por eso, tu sentencia es justa, y tu juicio, irreprochable.
5 Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre.
6 Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría.
7 Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
8 Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo en estos huesos que has quebrantado.
9 Aparta tu rostro de mis pecados y borra toda mi maldad.
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu.
11 No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu.
12 Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga.
13 Así enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se volverán a ti.
14 Dios mío, Dios de mi salvación, líbrame de derramar sangre, y mi lengua alabará tu justicia.
15 Abre, Señor, mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza.
16 Tú no te deleitas en los sacrificios ni te complacen los holocaustos;
de lo contrario, te los ofrecería.
17 El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado;
tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido.
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