martes, 10 de septiembre de 2019

LOS HIJOS LLAMADOS A SERVIR

Mateo 21 Parábola de los dos hijos
28 Pero ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña.
29 Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue.
30 Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue.
31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.
 
Estar en la casa de Dios requiere DISCIPLINA.
 
En el pasaje anterior vemos unas características de la actitud que debemos tener los hijos de  Dios que somos llamados al servicio.
 
Madurez. Alguien que ha pasado por la guerra, ha superado muchas circunstancias y ha tenido que sobrellevar las consecuencias de sus decisiones y asumir incluso las de otras personas; aun así el soldado no deja de militar y cumplir su misión hasta el final.
 
2 Timoteo 2 Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.
 
Carácter. Todo lo que hemos aprendido y las cualidades que hemos adquirido en el contexto de nuestras experiencias a lo largo de la vida determinan nuestro carácter. Cuando realizamos nuestro servicio esmeradamente, lo hacemos para nuestro Padre Eterno; aunque nadie a nuestro alrededor lo reconozca o lo agradezca. Podemos medir nuestro carácter si la falta de reconocimiento es una razón suficiente para dejar nuestro servicio.
 
Colosenses 3 22 Siervos, obedeced en todo a vuestros amos en la tierra, no para ser vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino con sinceridad de corazón, temiendo al Señor. 23Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, 24sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien servís.
 
Capacidad de arrepentimiento. Necesitamos estar dispuestos a cambiar de mentalidad, a romper esquemas mentales, a morir a nuestro orgullo y ego para darle paso a la capacidad de hacer la voluntad de Dios y ser obedientes. Trabajemos en nosotros, día a día, para serle agradables.
 
La iglesia es el cuerpo de Cristo, es un organismo formado por muchas partes vivientes, no es una organización ni ningún tipo de estructura creada por la mente humana, la iglesia somos tú y yo, y nos tenemos el uno al otro para formarnos, para generar la capacidad de relacionarnos y vivir en unidad y armonía como Dios manda. Pero nuestros problemas de interrelación están causando una parálisis de la iglesia.
 
Por eso tenemos al Espíritu Santo como nuestro ayudador, para cambiar el espíritu de nuestra mente, nuestra voluntad. Si NO rendimos nuestra voluntad a la dirección de Dios, no cambiará nuestra vida. La mentalidad, las creencias básicas que dominan nuestra conducta se generan en el momento mismo de la fecundación, cuando nace la psiquis, por eso es tan importante que empecemos haciendo una reingeniería de nuestros pensamientos.

Tomado de la predicación del P. Roberto Dávila del 17/12/17

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