domingo, 26 de enero de 2014

NUESTRO ACOMPAÑANTE INSEPARABLE – Charles Stanley.


Juan 14:15-16 Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos. Y yo le pediré al
Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes.

Jesús sabía cuán importante era que no se sintieran abandonados.

Juan 16:7 Pero les digo la verdad: Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el *Consolador no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes.

Desde Pentecostés, todo creyente es morada del Espíritu Santo, él estará en, con y sobre nosotros siempre. El Espíritu Santo nos selló como hijos de Dios y no podemos dudar de su salvación, nada ni nadie puede quitarnos eso, ni siquiera nosotros mismos.

¿Por qué el Padre envió a su Hijo Jesucristo?

1.    Dios quiere que vivamos la vida cristiana en plenitud.

Gálatas 5:22-26 En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu. No dejemos que la vanidad nos lleve a irritarnos y a envidiarnos unos a otros.

El Espíritu Santo produce la voluntad de Dios, paz, paciencia, bondad, etc. Nosotros cargamos con ese fruto como las ramas de un árbol, pero la sabia que nos alimenta es producida por el Espíritu Santo.

2.    Convertirnos en las personas que Dios quiere que seamos.

    Dios sabe los dones espirituales que tenemos porque Él mismo nos los entregó. Cuando le permitamos al Espíritu Santo vivir por medio de nuestra vida, entonces esos dones se manifestarán para la honra de Dios.


No hay comentarios:

Publicar un comentario