jueves, 25 de agosto de 2016

LIMPIEMOS NUESTRA CASA

Para que la sociedad, la iglesia y la familia crezcan en bendiciones, es necesario que sean limpiadas por el perdón de Dios; confesando ante Él todo pecado, apartándose del mal y buscando la santidad a la que todos hemos sido llamados.

1. El pecado acarrea condenación a todos, si en tu casa hay alguien que está en pecado habrá problemas.
Romanos 5:18 Por el pecado de Adán, Dios declaró que todos merecemos morir; pero gracias a Jesucristo, que murió por nosotros, Dios nos declara inocentes y nos da la vida eterna.
2. Cuando el pecado no se confiesa, eres vulnerable a ser derrotado
2 Crónicas 6:24-25 Y si Tu pueblo Israel es derrotado delante del enemigo por haber pecado contra Ti, y se vuelven a Ti y confiesan Tu nombre, y oran y hacen súplica delante de Ti en esta casa, escucha Tú desde los cielos y perdona el pecado de Tu pueblo Israel, y hazlos volver a la tierra que diste a ellos y a sus padres.

3. La bendición llega cuando limpiamos nuestra casa, debemos reconocer que hemos fallado y buscar la santificación y consagración, pero sobre todo, limpiar todo pecado que no ha permitido que la bendición de Dios fluya en nuestra vida.
1 Juan 1:6-10 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

Es  necesario un tiempo para recomenzar
Después de la disciplina, Dios levanta nuevas criaturas que ponen en práctica Su Palabra, reconociendo que nada podemos hacer alejados de Dios.
Nehemías 1:5-9 Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientosesté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo. Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos; pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre.

Levantemos y edifiquemos una nueva vida con ayuda de Jesús, esforzando nuestras manos para bien.


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