Efesios
1:3 Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición
espiritual en Cristo.
Dios nos bendijo con toda bendición
espiritual. No podemos estar sobre el colchón de la autoridad espiritual y
morir desnutridos porque no sabemos cómo usarla. La autoridad.
Mateo
10:1 Reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad
para expulsar a los *espíritus malignos y sanar toda enfermedad y
toda dolencia.
Al enemigo (Satanás) no le interesa que
sepamos que tenemos autoridad. Pero somos herederos del Reino de Dios y por eso
Dios nos ha dado autoridad para encomendarnos la tarea de sus discípulos.
Mateo
10:41-43 El Hijo del hombre enviará a sus
ángeles, y arrancarán de su reino a todos los que *pecan y hacen pecar. Los
arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos brillarán en el
reino de su Padre como el sol. El que tenga oídos, que oiga.
Lucas
10:19-20 Sí, les he dado autoridad a ustedes para pisotear serpientes y
escorpiones y vencer todo el poder
del enemigo; nada les podrá hacer daño. Sin embargo, no se alegren de
que puedan someter a los espíritus, sino alégrense
de que sus nombres están escritos en el cielo.
Dios nos ha dado autoridad sobre toda
fuerza del enemigo. Estamos investidos de esa autoridad y detrás esta
Jesucristo. Dios estará con nosotros hasta el fin del mundo.
Es preciso ejercer la autoridad que Dios ya
nos ha entregado, con la que nos ha envestido para luchar contra las huestes de
maldad y trabajar en cada cosa.
1
Pedro 5:8 Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo
ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resístanlo,
manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el
mundo están soportando la misma clase de sufrimientos.
Es necesario mantenerse en el rebaño de
Dios para que el ataque del enemigo pueda ser soportado, cuando venga. El
enemigo aprovecha cuando nos alejamos del rebaño.
La autoridad no es solo para personas
privilegiadas sino para todos quienes aceptan a nuestro Señor Jesucristo como
único Salvador de nuestras vidas y por lo tanto, reciben la potestad de ser
hechos hijos de Dios.
*En
mi boca esta la vida o la muerte. Lo que yo diga se hará. Si declaro bendición,
Dios lo hará.
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