Jonás
1: 1-4 La palabra del SEÑOR vino a Jonás
hijo de Amitay: «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha
llegado hasta mi presencia.» Jonás
se fue, pero en dirección a Tarsis, para huir del SEÑOR. Bajó a Jope,
donde encontró un barco que zarpaba rumbo a Tarsis. Pagó su pasaje y se embarcó
con los que iban a esa ciudad, huyendo así del SEÑOR. Pero el SEÑOR lanzó
sobre el mar un fuerte viento, y se desencadenó una tormenta tan violenta que
el barco amenazaba con hacerse pedazos.
Jonás no obedeció la orden de
Dios, sino que huyó de Él. Pero Dios no puede ser burlado y cumple Su propósito
usando cualquier medio.
Jonás
1:11-12 Pero el mar se iba enfureciendo más y
más, así que le preguntaron:
—
¿Qué vamos a hacer contigo para
que el mar deje de azotarnos?
—Tómenme
y láncenme al mar, y el mar dejará de azotarlos —les respondió—. Yo sé bien que por mi culpa se ha desatado
sobre ustedes esta terrible tormenta.
Aunque Jonás sabía perfectamente que estaba
desobedeciendo a Dios y que las consecuencias de su desobediencia estaban
manifestándose, su terquedad hizo que prefiriera la muerte antes que la
obediencia a su Señor.
Jonás
1: 15-17 Así que tomaron a Jonás y lo lanzaron
al agua, y la furia del mar se aplacó. Al ver esto, se apoderó de ellos un
profundo temor al SEÑOR, a quien le ofrecieron un sacrificio y le
hicieron votos. El SEÑOR, por su parte, dispuso un enorme pez para que se tragara a Jonás, quien
pasó tres días y tres noches en su vientre.
Cuando sacamos algo que no es correcto de
nuestras vidas, entonces las aguas se aquietan y podemos reconocer el poder y
el favor de Dios. Él tenía preparado un gran pez para Jonás para darle una
lección de vida, que es mejor obedecer a Dios aunque nos moleste porque Él es
el dueño de nuestra vida.
Jonás
2: 1 Entonces Jonás oró al SEÑOR su Dios desde el vientre
del pez
Jonás
2: 4-5 Y pensé: “He sido expulsado de tu presencia. ¿Cómo volveré a
contemplar tu santo templo?” Las aguas me llegaban hasta el cuello, lo profundo
del océano me envolvía; las algas se me enredaban en la cabeza.
Una de las consecuencias de la
desobediencia es la culpa. Analizamos y reconocemos que aún sabiendo que
hacíamos mal, hicimos lo incorrecto, pensando en que teníamos las
justificaciones y razones completas para hacerlo. Entonces, valoramos
los caminos que Dios ha preparado para nosotros.
Jonás
2: 8-10 »Los que siguen a ídolos vanos abandonan
el amor de Dios. Yo, en cambio, te ofreceré sacrificios y cánticos de
gratitud. Cumpliré las promesas que
te hice. ¡La salvación viene del SEÑOR!» Entonces el SEÑOR dio una orden y el pez vomitó a Jonás en
tierra firme.
Cuando ya estamos cosechando las
consecuencias de nuestra desobediencia, viene el arrepentimiento y nuestro
clamor a Dios porque sabemos que Él es nuestro Padre bueno y que a pesar de
nuestros errores e iniquidades, Él seguirá confiando en nosotros y
extendiéndonos Su misericordia.
Jonás 3: 4-5 Jonás
se fue internando en la ciudad, y la recorrió todo un día, mientras proclamaba:
« ¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» Y los ninivitas le creyeron
a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto
en señal de arrepentimiento.
Dios tenía un propósito maravilloso para
los ninivitas, su conversión del pecado a Dios, para lo cual decidió usar a
Jonás y consiguió su arrepentimiento con la única proclamación de Jonás, el
enviado de Dios.
Jonás
4: 1-3 Pero esto disgustó mucho a Jonás, y lo hizo enfurecerse. Así que oró al
SEÑOR de
esta manera: — ¡Oh SEÑOR! ¿No era esto lo que yo decía cuando todavía
estaba en mi tierra? Por eso me anticipé
a huir a Tarsis, pues bien sabía
que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor,
que cambias de parecer y no destruyes. Así que ahora, SEÑOR,
te suplico que me quites la vida. ¡Prefiero morir que seguir viviendo!
A veces, hay pesares que Dios permite para
nuestra salvación o la de muchos. Pero nosotros no le damos valor a éstas circunstancias porque pensamos en lo que los demás creen de nosotros. A Jonás le importaba más ser un
profeta certero que la salvación de los ninivitas por la gracia y gloria de
Dios. Tenemos que ser conscientes de que nuestra prioridad debe ser Dios y la
salvación de nuestros semejantes.
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