Perdonar para ser perdonado.
Hebreos
10: 16-17 Éste es el pacto que haré con ellos después
de aquel tiempo —dice el Señor—: Pondré mis leyes en su corazón, y las
escribiré en su mente.» Después añade: «Y nunca más me acordaré de sus pecados
y maldades.» Y cuando éstos han sido perdonados, ya no hace falta otro
sacrificio por el pecado.
Cuando nos han lastimado, guardamos ese
rencor o sentimiento de revancha por lo sucedido, queremos ser ajusticiados
porque nos sentimos ofendidos, sin embargo, la Palabra nos enseña que Dios nos
ha perdonado sincera y totalmente al punto de olvidar por completo nuestras
transgresiones e inclusive nos asegura que no hay manera de que esa condición
de perdón se pierda. Por otro lado, nosotros guardamos poco a poco tanto odio
en nuestro corazón que al acumularse, lo único que provoca es que tratemos mal
a las personas que nos rodean.
Miqueas
7:19 Vuelve a compadecerte de nosotros. Pon tu pie
sobre nuestras maldades y arroja al fondo del mar todos nuestros pecados.
Dios se olvida de nuestros pecados. Nos
liberó para que le sirvamos pues necesitamos estar sin cargas para no ser un estorbo
a la obra de Dios. Si estamos en contra de la naturaleza y el carácter de Dios,
estamos pecando, es decir, NO perdonar es pecar.
1 Reyes 2: 28 Joab había conspirado con
Adonías, aunque no con Absalón, así que al oír que Adonías había muerto, fue a refugiarse
en el santuario del SEÑOR, agarrándose de los cuernos del altar. Cuando le dijeron a Salomón que Joab había huido al santuario, y que estaba
junto al altar, el rey le ordenó a Benaías hijo de Joyadá que fuera a matarlo. Benaías
fue al santuario del SEÑOR y le dijo a Joab: —El rey te ordena que salgas. —¡No! —respondió Joab—. ¡De aquí sólo me
sacarán muerto!
Cuando hemos transgredido la ley, no hay otro lugar a donde podamos ir, sino a refugiarnos en el Señor. Dios es el único con poder, amor y misericordia que alcanza para perdonarnos, así la consecuencia de nuestro pecado sea inevitable, el asegurarnos que la Presencia de Dios no nos abandonará, es suficiente para que la vida tenga sentido.
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