sábado, 22 de marzo de 2014

LA DESOBEDIENCIA POR CONVENIENCIA - N.A


Jonás 1: 1-4 La palabra del SEÑOR vino a Jonás hijo de Amitay: «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presenciaJonás se fue, pero en dirección a Tarsis, para huir del SEÑOR. Bajó a Jope, donde encontró un barco que zarpaba rumbo a Tarsis. Pagó su pasaje y se embarcó con los que iban a esa ciudad, huyendo así del SEÑOR. Pero el SEÑOR lanzó sobre el mar un fuerte viento, y se desencadenó una tormenta tan violenta que el barco amenazaba con hacerse pedazos.

Jonás no obedeció la orden de Dios, sino que huyó de Él. Pero Dios no puede ser burlado y cumple Su propósito usando cualquier medio.

Jonás 1:11-12 Pero el mar se iba enfureciendo más y más, así que le preguntaron:
—   ¿Qué vamos a hacer contigo para que el mar deje de azotarnos?
Tómenme y láncenme al mar, y el mar dejará de azotarlos —les respondió—. Yo sé bien que por mi culpa se ha desatado sobre ustedes esta terrible tormenta.

Aunque Jonás sabía perfectamente que estaba desobedeciendo a Dios y que las consecuencias de su desobediencia estaban manifestándose, su terquedad hizo que prefiriera la muerte antes que la obediencia a su Señor.

Jonás 1: 15-17 Así que tomaron a Jonás y lo lanzaron al agua, y la furia del mar se aplacó. Al ver esto, se apoderó de ellos un profundo temor al SEÑOR, a quien le ofrecieron un sacrificio y le hicieron votos. El SEÑOR, por su parte, dispuso un enorme pez para que se tragara a Jonás, quien pasó tres días y tres noches en su vientre.

Cuando sacamos algo que no es correcto de nuestras vidas, entonces las aguas se aquietan y podemos reconocer el poder y el favor de Dios. Él tenía preparado un gran pez para Jonás para darle una lección de vida, que es mejor obedecer a Dios aunque nos moleste porque Él es el dueño de nuestra vida.

Jonás 2: 1 Entonces Jonás oró al SEÑOR su Dios desde el vientre del pez

Jonás 2: 4-5 Y pensé: “He sido expulsado de tu presencia. ¿Cómo volveré a contemplar tu santo templo?” Las aguas me llegaban hasta el cuello, lo profundo del océano me envolvía; las algas se me enredaban en la cabeza.

Una de las consecuencias de la desobediencia es la culpa. Analizamos y reconocemos que aún sabiendo que hacíamos mal, hicimos lo incorrecto, pensando en que teníamos las justificaciones y razones completas para hacerlo. Entonces, valoramos los caminos que Dios ha preparado para nosotros.

Jonás 2: 8-10 »Los que siguen a ídolos vanos abandonan el amor de Dios. Yo, en cambio, te ofreceré sacrificios y cánticos de gratitud. Cumpliré las promesas que te hice. ¡La salvación viene del SEÑOREntonces el SEÑOR dio una orden y el pez vomitó a Jonás en tierra firme.

Cuando ya estamos cosechando las consecuencias de nuestra desobediencia, viene el arrepentimiento y nuestro clamor a Dios porque sabemos que Él es nuestro Padre bueno y que a pesar de nuestros errores e iniquidades, Él seguirá confiando en nosotros y extendiéndonos Su misericordia.

Jonás 3: 4-5 Jonás se fue internando en la ciudad, y la recorrió todo un día, mientras proclamaba: « ¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» Y los ninivitas le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento.

Dios tenía un propósito maravilloso para los ninivitas, su conversión del pecado a Dios, para lo cual decidió usar a Jonás y consiguió su arrepentimiento con la única proclamación de Jonás, el enviado de Dios.

Jonás 4: 1-3 Pero esto disgustó mucho a Jonás, y lo hizo enfurecerse. Así que oró al
SEÑOR de esta manera: — ¡Oh SEÑOR! ¿No era esto lo que yo decía cuando todavía estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis, pues bien sabía que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes. Así que ahora, SEÑOR, te suplico que me quites la vida. ¡Prefiero morir que seguir viviendo!

A veces, hay pesares que Dios permite para nuestra salvación o la de muchos. Pero nosotros no le damos valor a éstas circunstancias porque pensamos en lo que los demás creen de nosotros. A Jonás le importaba más ser un profeta certero que la salvación de los ninivitas por la gracia y gloria de Dios. Tenemos que ser conscientes de que nuestra prioridad debe ser Dios y la salvación de nuestros semejantes.

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