viernes, 23 de agosto de 2019

EL AMBIENTE QUE GENERAMOS

Los ambientes son consecuencia de las relaciones. Las relaciones rotas generan tensión en el ambiente y sus consecuencias se reflejan sobre los demás, quieras o no. Los ambientes son fruto de las relaciones, arregla la relación y cambia el ambiente, tanto en la vida física como en la espiritual.
 
Cada uno de nosotros fue diseñado para preparar un lugar para la Gloria de Dios.

Dios trabaja y se mueve en escenarios que cada uno tiene que construir, preparar para que la Gloria descienda, porque la Gloria está donde le gusta estar.
 
No es necesario copiar lo que otros hacen, pero es válido inspirarse en los demás, por ejemplo, en su adoración, pues ésta es la respuesta del corazón del creyente a la manifestación de Dios, y demanda excelencia; por eso Dios enseñó a Su pueblo la forma de adorar. Jesús dijo que en Espíritu y verdad debe adorarse, conectados con Su Espíritu podemos entrar a Su dimensión sobrenatural y entonces volvernos transfusores de ambientes.
 
En el Antiguo Testamento, Dios muestra que escogía lugares particulares en los que podía reunirse con su pueblo. Isaías 6:3 nos dice que a Tierra esta llena de Su Gloria, sin embargo hay lugares y momentos en los que, por medio de formas mediadoras, la Gloria divina se hace evidente para las personas. ¡Cuán importante es tener conciencia de los momentos de Dios y entenderlos!, porque caso contrario estaremos en el lugar pero no en el momento de Dios.
 
Así como Dios escogió lugares, la Biblia nos indica que también escogió momentos y estos fueron los festejos determinados por las estaciones cuando el pueblo debía celebrar y gozarse de la bondad de Dios, y debían ser recordados con alegría y obediencia, dándose cada uno a sí mismo, no por necesidad o dolor, sino como propuso en su corazón.
 
Cuando hacemos las cosas a la manera de Dios, Su Presencia está en medio de nosotros.
 

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