jueves, 30 de abril de 2020

¿QUÉ HACER CON LO QUE APRENDÍ?

¿La experiencia te hace madurar? No siempre. La experiencia evaluada te hace crecer. Antes de hacer algo tomarse un par de minutos para buscar a Dios, puede hacer una completa diferencia, porque tendremos la guía del Espíritu Santo. Así creces y te desarrollas, siempre estamos aprendiendo.
2 Timoteo 2:2 Lo que me has oído decir en presencia de muchos testigos, encomiéndalo a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén capacitados para enseñar a otros.
 
 
 
La madurez implica idoneidad para ciertas tareas. Si te vuelves digno de confianza y capacitado para enseñar a otros, puedes encargarte de edificar la iglesia en algún servicio a Dios.
 
1 Timoteo 1:3-4 al partir para Macedonia te encargué que permanecieras en Éfeso y le ordenaras a algunos supuestos maestros que dejen de enseñar doctrinas falsas y de prestar atención a leyendas y genealogías interminables. Esas cosas provocan controversias en vez de llevar adelante la obra de Dios que es por la fe.
Timoteo necesitaba ser animado y exhortado para que no dejara de cumplir con su ministerio. Debes llegar a un estado de madurez en el que no necesites que siempre te estén animando.
 
2 Timoteo 1:6-7 por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Con eso que aprendimos viendo, oyendo o haciendo tenemos que:
 
Crecer, no aumentar información sino tomar la decisión de hacerlo, modificar nuestros pensamientos para desarrollar actitudes y hábitos nuevos conforme a lo aprendido; y generar un ambiente necesario entre nuestras emociones y nuestro entorno.
Todo buen líder es humilde, constante, consistente. Es dirigido por sus valores procedentes de los principios divinos, con las prioridades correctas. Procura que tu primera pérdida sea la última, porque siempre habrá pérdidas, estamos expuestos a ellas. Y cuando no creces, sigues cometiendo los mismos errores. Aprende a proyectarte, fijándote metas propias que te muestren tu avance y crecimiento personal e incluso, analizando las posibles situaciones ¿Qué debería hacer si..?
El diablo atrapa tus pensamientos para que estés cautivo, para que no crezcas. Por eso debes trabajar en tu vida de pensamiento, lo que Dios te dio, quiere que lo multipliques, para esto necesitas capacidad de pensamiento.
 
Encomendar, reproducir en otros el carácter y las competencias. Dios te pone a hacer algo porque confía en tu carácter y te da las competencias. Desarrolla a gente que luego desarrolle a otros. Tu aprendizaje debe ser valorado por ti y por los otros a quienes les enseñas. Debes salir de la comodidad o el desánimo y crear algo nuevo y fresco. Innovar, mirando al futuro, tal vez hacer lo mismo pero de otra manera.
 
Ten una nueva expectativa del qué hacer en el nuevo orden de Dios que comenzaremos. Tenemos la mente de Cristo en nuestros pensamientos para resolver los problemas. Nuestro desafío es volver a soñar, tener una visión que arda en el corazón pero que solo pueda alcanzarse con la ayuda de Dios.
 
Tomado de la enseñanza del P. Roberto Dávila del 15/04/20

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