lunes, 2 de septiembre de 2019

EL ESPIRITU SANTO EN NOSOTROS

Juan 14: 16 Y yo rogaré al Padre, y El os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre; 17 es decir, el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni le ve ni le conoce, pero vosotros sí le conocéis porque mora con vosotros y estará en vosotros.
 
El Espíritu Santo es quien nos regenera, nos cambia y nos transforma por medio de Su Palabra. Su Presencia en nuestra vida nos transforma y sin ella no hay transformación a la nueva naturaleza creada por Dios. El objetivo es nuestra regeneración y no puede darse sin la Presencia del Espíritu Santo en nosotros. No necesitamos ser "santos" para recibirlo, cuando El viene y lo aceptamos, El nos hace santos porque todas nuestras justicias no pueden conseguir en nosotros ninguna santificación.
 

Cuando rechazamos la obra del Espíritu Santo y aun mas, la obra que El quiere hacer en nosotros, nos autocondenamos a la esterilidad espiritual, El es quien cambia nuestros hábitos y actitud, el que quita nuestros vicios y nos enseña el dominio propio, el que doblega nuestra ira y nos enseña el amor.
 
El Espíritu Santo es el instrumento de Dios para transformar nuestra vida, cambiar nuestra forma porque el pecado nos ha deformado. Cuando dejamos que un pecado gane territorio en nuestra vida, que ocupe nuestra mente, nuestro tiempo, nuestros miembros; nos deformamos y perdemos la forma de siervos de Dios, y empezamos a contender y protestar contra Dios exigiendo de Él derechos que no nos corresponde.
 
Si has pecado, sal corriendo de ese pecado, no vuelvas ahí. Vuelve a Dios, Él nos perdona en el nombre de Cristo Jesús, porque si te quedas en el pecado te deformarás por dentro y te hundirás más en esa cárcel donde tú mismo te estás metiendo.
 
Todos somos pecadores, con una naturaleza inclinada al pecado, y si lo dejamos entrar en nuestra vida podemos caer en él y si no salimos inmediatamente, el pecado deformará el fruto del Espíritu Santo que tanto costó que se formara en tu corazón y se mostrara en tu vida, entonces tu vida se volverá un desastre.
 
El pecado destruye nuestro carácter. Cuando estamos conectados al Espíritu Santo, El empieza a tratar con cada uno, y muchas veces, mediante padecimientos, detrás de los que opera la mano de Dios, formando en nosotros, con su Espíritu Santo, la obediencia, la sujeción, el reconocimiento de nuestro error. Dejar que el Espíritu Santo obre en nosotros significa estar radicalmente dispuesto a cambiar nuestra forma de pensar, de hablar y de actuar. Dios nos revela Su naturaleza y la de Su Espíritu cuando le desnudamos nuestra vida.
 
Tomado de la predicación del P. Roberto Dávila del 12/11/17

No hay comentarios:

Publicar un comentario